Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

II Crónicas 6, 17-29

17 Ahora, Yahveh, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que dijiste
a tu siervo David.

18 Pero ¿es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre
la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden
contenerte,

¡cuánto menos esta Casa que yo te he construido!

19 Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yahveh, Dios
mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace en tu presencia.

20 ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este
lugar del que dijiste que pondrías en él tu Nombre para escuchar la oración
que dirige tu siervo hacia este lugar!

21 «Oye, pues, las plegarias de tu siervo Israel, tu pueblo, cuando oren
hacia este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde los cielos;
escucha y perdona.

22 «Cuando un hombre peque contra su prójimo, y éste pronuncie una
imprecación sobre él, haciéndole jurar delante de tu altar en esta Casa,

23 escucha tú desde los cielos y obra; juzga a tus siervos. Da su
merecido al inicuo, haciendo recaer su conducta sobre su cabeza y
declarando inocente al justo, para darle según su justicia.

24 «Si Israel, tu pueblo, es batido por el enemigo por haber pecado
contra ti, y ellos se vuelven y alaban tu Nombre orando y suplicando ante ti
en esta Casa,

25 escucha tú desde los cielos, perdona el pecado de tu pueblo Israel,
y vuélvelos a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.

26 «Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia porque pecaron
contra ti, si oran en este lugar y alaban tu nombre, y se
convierten de su
pecado porque les humillaste,

27 escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de
tu pueblo Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que deben andar,
y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo por herencia.

28 «Cuando haya hambre en esta tierra, cuando haya peste, tizón,
añublo, langosta o pulgón, cuando su enemigo le asedie en una de sus
puertas, en todo azote y toda enfermedad,

29 si un hombre cualquiera, o todo Israel, tu pueblo, hace oraciones y
súplicas, y, reconociendo su pena y su dolor, tiende sus manos hacia esta
Casa,